lunes, 28 de julio de 2008

Capítulo 6: "El fin de las edades"

Solamente cuando llamas rojas comenzaron a caer desde los cielos los Gigantes se dieron cuenta del tremendo error que habían cometido. Combinando todas sus fuerzas intentaron frustrar el furioso lanzamiento de Einhasad y el Martillo de la Desesperación. Pero incluso con el poder de los Gigantes, no pudieron más que desviar ligeramente el trayecto del martillo, que seguía dañando las ciudades mientras descendía al mundo.

Fue suficiente para destruir a la mayor ciudad del mundo; incontables Gigantes y otras razas fueron instantáneamente diezmadas. Un gran agujero fue creado en la tierra e inmensas olas cubrieron la superficie. Al final, casi todos los Gigantes habían perecido.

Aquellos gigantes que consiguieron sobrevivir huyeron al este para evitar la ira de Einhasad. Su camino era similar al que había tomado Shilen en su lucha. Einhasad continuó cazándolos uno por uno y quemándolos hasta la muerte con relámpagos. Los restantes Gigantes fugitivos temblaban de temor y rezaron a Gran Kain.

"¡Gran Kain, Gran Kain! Nos hemos dado cuenta de que nuestro camino era erróneo. Solo tú puedes detener la furia y la locura de Einhasad. ¡No nos dejes perecer, nosotros que hemos sido nacidos del mismo lugar que tu mismo, nosotros que somos las criaturas mas sabias y poderosas en la tierra!".

De repente Gran Kain sintió un irrefrenable sentimiento de piedad por esas pobres criaturas y pensó que los Gigantes ya habían sufrido suficiente por su trasgresión. Alzando las más profundas aguas de los mares del sur bloqueó el paso de Einhasad.

Einhasad gritó de furia, "¿Qué es esto? ¿Quién se atreve a interferir en mi camino? ¡Eva, mi querida hija, líbrate del agua que bloquea mi paso ahora mismo o prepárate para seguir los pasos de tu hermana mayor!".

Eva temía a Einhasad e inmediatamente devolvió las aguas al océano. Einhasad continuó persiguiendo a los Gigantes, matándolos uno a uno. Estos lloraron a Gran Kain de nuevo.

"¡Gran Kain! ¡El más poderoso de los dioses! ¡Einhasad continua acechándonos, determinada a exterminarnos! ¡Te rezamos, por favor ten piedad y sálvanos!?.

Gran Kain levanto la tierra en la que se encontraban los Gigantes. El gran risco impedía la persecución de Einhasad y ella gritó en alta voz.

"¡Maphr, mi querida hija! ¿Quién se atreve a interferir conmigo? ¡Baja la tierra en este instante! ¡O prepárate para seguir el camino de tu hermana!".

Temerosa por estas palabras, Maphr trato de reducir la tierra, pero Gran Kain la detuvo.

"¡Einhasad, porque no lo dejas? Toda la tierra conoce de tu furia y tiembla ante tu ira. Los sabios pero estúpidos Gigantes sienten el mal que han hecho hasta en lo más profundo. Míralo por ti misma! ¡La raza de orgullosas y nobles criaturas que una vez dominaron la tierra está escondiéndose en una estrecha franja de tierra y temblando de miedo por intentar escapar de ti! Ya no pueden desafiar a los dioses. Este lugar será la prisión de los Gigantes para toda la eternidad. Calma tu furia, tu venganza esta completada!".

Einhasad aun sentía ira, pero no podía actuar contra los deseos de Gran Kain. La fuerza que poseía era igual a la suya. Ella decidió eso, como había dicho Gran Kain, sería mejor dejar a los gigantes en esa tierra estrecha y estéril para por siempre arrepentirse de sus pecados en lugar de matarlos a todos. Acabo su caza y volvió a su casa.

Después de lo ocurrido, Einhasad rara vez interfería con los acontecimientos de la tierra, puesto que habíaa sido profundamente decepcionada por los seres de la Tierra. Gran Kain también estuvo de acuerdo en no mostrarse a si mismo en la Tierra. La edad de los dioses estaba llegando a su fin.

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