lunes, 28 de julio de 2008

Capítulo 8: Las consecuencias

El mundo cayó en una gran confusión seguida de la repentina desaparición de los Gigantes. Acostumbrados al control de los Gigantes, los Elfos, Orcos, Enanos y Humanos se encaraban con la cruda realidad de defenderse por ellos mismos. En lo más alto de este temible nuevo desafío, el mundo en el que vivían presentaba los estragos del impacto del Martillo de la Desesperación. Muchos murieron durante los desastres que trajo Einhasad, y muchos más murieron en la consiguiente confusión y caos. Las razas de la tierra suplicaron fervientemente a los dioses por la salvación, pero los dioses no respondieron.

Los primeros en tomar control de la situación fueron los Elfos, puesto que ellos fueron la raza responsable de la política durante la era de los Gigantes. Los Elfos tuvieron éxito en la unificación de las razas y continuaron con sus vidas. Pero a medida que pasaba el tiempo, se mostraba evidente que los Elfos no tenían las mismas capacidades para controlar la tierra que tenían los Gigantes. Los primeros en alzarse ante los Elfos fueron los Orcos.

"¿Son los Elfos mas fuertes que nosotros? ¡No! ¿Tienen los Elfos el derecho de dominarnos? ¡No! ¡No podemos consentir que aquellos quienes son mas débiles se atrevan a levantarse sobre nosotros!"

La fuerza militar de los Orcos era poderosa y, habiendo vivido solo en paz, los Elfos no eran rival para el orgullo y temeridad de los Orcos. La mayor parte del continente se convirtió en territorio Orco en un instante y los Elfos fueron conducidos a una esquina del continente. Allí los Elfos solicitaron ayuda de los Enanos, quienes, con su abundante riqueza y superiores armas, podían tener una posibilidad contra los Orcos.

"Raza de la Tierra" - lloraron los Elfos, "Venid en nuestra ayuda. Las violentas hordas orcas nos persiguen con su absoluto poder. Venid ¡ dejadnos combatir juntos".

Pero los Enanos rechazaron fríamente ayudar a los Elfos. Para sus ojos, el mundo había cambiado en favor de los Orcos. No había razón para los pragmáticos Enanos de unirse con el bando débil. Los Elfos se enfurecieron, pero no podían influenciar en su decisión.

Los Elfos decidieron entonces conseguir ayuda de la raza del Viento: los Arteias. Sus reconocidas habilidades y ataques aéreos serian suficiente ayuda para que los Elfos triunfaran sobre los Orcos. Una delegación élfica viajó hasta los confines de la tierra buscando la ayuda de los Arteias.

"¡Raza del Viento, venid en nuestra ayuda! Los bárbaros Orcos nos oprimen con su absoluta fuerza. ¡Dejadnos unirnos y enseñémosles su estupidez!".

Pero, al igual que siempre, los Arteias no estaban interesados en la política o guerras de la tierra. Determinaron no tomar parte en ningún bando y esconderse en lo más profundo de las tierras interiores. Los Elfos se desesperaron.

"¡Ay, nadie nos ayudara! ¿Es este el final de nuestra raza? ¿Son los sucios Orcos quienes tomarán las tierras y reclamaran toda la gloria y la riqueza?"

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